Este fenómeno tiene muchas maneras de nombrarlo: videncia, lucidez, clarividencia, metagnímia (más allá de la conciencia), telestesia (sensación lejana), criptestesia (sensibilidad escondida), pero todas se refieren a la percepción extrasensorial, independiente de las mías de los sentidos y de eventuales comunicaciones telepáticas, de objetos guardados en cuerpos opacos o de hechos objetivos de los cuales nadie, salvo el paragnosta, tiene ningún conocimiento.
El término clarividencia significa “visión clara”, y si bien no es totalmente exacto, se continúa usando a pesar de todas las denominaciones alternativas que se han propuesto por distintos estudiosos del fenómeno.
Por lo tanto decimos que la videncia, es una facultad psíquica especial con la cual la persona ya nace, pero que no todas la desarrollan a su completo potencial a medida que crecen. Puede ser por distintas razones como escepticismo o simplemente porque de niños nos asustamos con estas cosas y decidimos ocultarlo. Pero puntualmente se trata de poder ver “más allá de las cosas”, poder entender el pasado y presente de una persona (sus problemas) y dar una respuesta como guía sobre qué hacer en el futuro – pero nada de lo que diga, está escrito en piedra, ya que la persona es la que decide que hacer y que no: el vidente sólo guía sobre el mejor camino a tomar en cierto problema, basándose en lo que ve en el aura, chakras y vivencias del pasado.
Desde el principio de la historia han existido personajes en todas las cultura provistos de extraordinarias capacidades psíquicas, como la videncia, para percibir informaciones sobre el pasado, el futuro, o sobre acontecimientos lejanos.
Consultados por nobles y plebeyos los augures, pitonisas y videntes han sido, y continúan siendo, un inquietante fenómeno parapsíquico de difícil comprensión.
Existen desde el principio de los tiempos en absolutamente todas las culturas; adivinos, augures, chamanes, pitonisas, nigromantes, profetas…
Hombres y mujeres que, entre otras supuestas capacidades, poseerían el don de conocer acontecimientos presentes, pasados y futuros de forma no sensorial.
Todavía hoy, en prácticamente la totalidad de tribus indígenas en África, Amazonía, etc., existen brujos y hechiceros que, además de poseer un desconcertante conocimiento de la farmacopea de la selva, o de la medicina tradicional, parecen disfrutar de facultades extrasensoriales que les permiten conocer acontecimientos ocultos para el resto de la tribu. Expertos parapsicólogos, como el veterano Stanley Kripner, estudioso de las facultades parapsíquicas de los chamanes y hechiceros, han constatado la existencia de esas capacidades extrasensoriales en algunos brujos.
Lejos de la selva, y del contexto mágico de las selvas africanas, los desiertos mexicanos, o la jungla amazónica, donde los brujos ejercen sus poderes de videncia, los laboratorios parapsicológicos occidentales llevan un siglo intentando estudiar metodológicamente esas capacidades de la mente humana. Y cada vez son menos los científicos y académicos que ponen en duda la existencia de mecanismos inconscientes en el cerebro que, por razones poco conocidas, permiten el fenómeno de la videncia.
Existen numerosas “escuelas” hoy en día que se encargan de tratar de reavivar esa videncia natural con la que nacemos y que luego “tapamos” al crecer. El Budismo y el Taoísmo son también religiones y formas de vida que apoyan mucho a esa parte interior que tenemos, y junto con la meditación, ayudan muchísimo a desarrollar al máximo esta habilidad.
Pero no todas las personas que nacen con esta videncia, pueden luego explotarla totalmente, ya que es difícil “despertarla nuevamente”.
Las pocas personas que tienen este don – y saben usarlo – son los llamados videntes o clarividentes naturales. Son personas que no han necesitado estudiar o tratar de aflorar su videncia, sino que siempre la han tenido presente en su vida, y la han tratado con cuidado y respeto.
Un punto importante es tener en claro que un vidente por lo general, no necesita de otras herramientas – como el Tarot, las Runas, las gemas, etc. – para hacer la videncia, pero éstas son importante a la hora de ayudar al vidente en un momento determinado.
La videncia natural no se puede manipular en horario y tiempo, es decir, yo no puedo elegir el momento y hora en la que veré algo. Por eso, para las personas que son consultadas a menudo para saber su futuro, el vidente utiliza las herramientas para ayudar a que esa videncia fluya lo máximo posible en ese momento, pero básicamente, son secundarias.
Según el vidente en cuestión, puede manejarse con distintos “métodos”, como imposición de manos, lectura de la palma de la mano, o simplemente mirándote. Todo depende de la persona y que para tener una sesión netamente con un vidente, pues este necesita estar en trance.
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